En los diferentes medios de comunicación se comenta a menudo que el mundo tiende a una población envejecida debido a una disminución de la natalidad siendo las familias cada vez más pequeñas y el aumento en la esperanza de vida que se está viendo desde hace décadas.
Estudios realizados por las Naciones Unidas, destacan que aproximadamente en el 2050 se podría tener una expectativa de vida media de 80 años, e incluso llegar en las próximas décadas a superar los 100 años en los países asiáticos. Recientemente se ha sabido que en España la esperanza de vida superaría los 86 años en los hombres y 90 años en las mujeres.
¿Está la sociedad preparada para esto? ¿y la investigación clínica?
La vejez dispara el riesgo de sufrir diferentes enfermedades como el Parkinson, Alzheimer, cáncer, diabetes, patologías cardíacas, respiratorias….Es cierto que podríamos decir que ese aumento en la esperanza de vida es debido a unas mejores condiciones de higiene, de alimentación, de ejercicio, mejoras socio culturales, adelantos tecnológicos y mayor y mejor cobertura de los servicios de salud; pero también es debido al desarrollo de gran cantidad de vacunas y medicamentos para prevenir o tratar diferentes enfermedades, llegando a reducir la mortalidad infantil e incluso a hacer crónicas algunas enfermedades que en tiempos atrás hubieran sido mortales (diabetes, patologías cardíacas, VIH…).
Muchos de esos medicamentos nacieron en un laboratorio pasando posteriormente a la fase de investigación clínica en seres humanos, a lo largo de las distintas fases de los ensayos clínicos, pero no necesariamente en adultos mayores. En la investigación clínica apenas hay representación de esta población anciana para participar en ensayos clínicos.
En muchas de estas investigaciones para poder participar es excluyente tener más de 70 años. Otras de las razones por las que no se les tiene en cuenta es la gran cantidad de comorbilidades que pueden tener a partir de esa edad, los valores de las analíticas no son adecuados sobre todo función renal o hepática…o incluso, la dificultad de comprensión en la participación de un ensayo clínico por utilizar un lenguaje tan técnico.
Si tenemos en cuenta que la población geriátrica es la mayor consumidora de medicamentos, sería necesario que, para probar la eficacia y seguridad de un fármaco, por ejemplo, de hipertensión arterial, en un adulto, los ensayos se realizaran en adultos mayores ya que no tendrá los mismos efectos secundarios en un adulto que en un paciente adulto mayor con hipertensión arterial. De este modo la información obtenida puede no ser del todo válida.
Es cierto que a lo largo de los últimos años se han ido haciendo avances y ya hay algunos estudios/ensayos en lo que pueden participar eliminando como criterio de exclusión la edad, pero muchas veces se queda en eso. Algunos procedimientos no están pensados para facilitar su participación por lo que no aceptan. Como pueden ser la digitalización de cuestionarios y consentimientos informados, palabras técnicas que no entienden bien y se sienten abrumados. En muchos casos necesitan la ayuda de algún familiar para realizar esos procedimientos o simplemente entender dicha información. En otros casos se debe a la cantidad de visitas que deben realizar de forma presencial para recibir el tratamiento lo que implica que dependan de algún familiar o ambulancias en caso de estar en residencias que les puedan trasladar, con el gasto y malestar que eso conlleva.
Cada día somos más conscientes de la necesidad de adaptar los futuros ensayos en unos objetivos más a corto plazo (por ejemplo, función, calidad de vida…) en vez de a largo plazo, beneficiándose por lo tanto la población adulta mayor.
En las últimas reuniones de ASCO, American Society of Clinical Oncology (Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica), ya se debatió la importancia del aumento de la longevidad en nuestra sociedad, comprometiéndose a revisar dichos criterios de inclusión / exclusión y modificarlos para que puedan incluirse pacientes adultos mayores. De esta forma esta parte de la sociedad sí se vería representada de forma significativa, cosa que actualmente no ocurre.
Es necesario que las empresas farmacéuticas tengan en cuenta a esta parte de la población a la hora de desarrollar un protocolo de un ensayo clínico, en todo su conjunto. En algunos hospitales, son los propios coordinadores junto con el servicio de enfermería los que redactan documentos explicativos del ensayo/estudio con un lenguaje y formato más fácil para esta población.
Se está avanzando poco a poco en esto, pero es importante que esos avances se hagan acorde al avance de la esperanza de vida en nuestra sociedad.
¿Te has enfrentado a esta situación? ¿Has tenido que utilizar herramientas especiales para transmitir la información a la población mayor o adaptar procedimientos? Te leemos…
REFERENCIAS
Naciones Unidas www.un.org/es/global-issues/ageing
INE (INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA) www.ine.es
Martinez Casares, O., Boceta Muñoz, R.,&Albert Márquez, M. (2020).Ancianos en la investigación de medicamentos: Hacia un envejecimiento activo y saludable. Revista Iberoamericana De Etica, (12), 01-14.
Nicolás Martinez Velilla, Francesc Formiga. Inclusión de ancianos en ensayos clínicos:necesidad y obligación. Revista española de Geriatria y Gerontología. Vol 49. Num.3. páginas 99-100 (Mayo-Junio2014)
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