Este último año he tenido la oportunidad de completar mi post-doc haciendo una rotación en los National Institutes of Health (NIH), un centro de los Estados Unidos donde se realiza investigación básica, clínica y traslacional de enfermedades humanas. Está financiado al 100% por el gobierno de EEUU y allí trabajan, según datos de 2012, 20.262 personas (1), aunque posiblemente ahora sean unos miles más. Durante mi estancia en el NIH, tuve la oportunidad de hablar con diferentes personas que me ayudaron a entender cómo era el sistema de contratación y cuáles eran las diferentes categorías profesionales en las unidades de ensayos. Este conocimiento me hizo reflexionar si un sistema de contratación público para coordinadores y gestores de datos tendría sentido en España, donde tenemos una sanidad pública universal.
En el NIH, la mayoría de los trabajadores son empleados públicos y muchos tienen contrato permanente, entre ellos coordinadores de ensayos y gestores de datos. Los empleados públicos que no tienen contrato permanente suelen ser fellows (investigadores que vienen para una rotación), PhDs (estudiantes de doctorado) y post-bacs (recién graduados que suelen estar 1-2 años). Luego hay una proporción pequeña que son trabajadores temporales no públicos, contratados por empresas de staffing, y aquí suele haber también algunos coordinadores de ensayos y gestores de datos. Estos contratos temporales se ofrecen normalmente cuando es una posición nueva y no se sabe aún la duración del proyecto.
Los salarios del NIH se orientan por tablas salariales publicadas por FederalPay (2), que están pensadas para los empleados públicos y militares, y donde se tiene en cuenta no solo el grado de formación y experiencia, sino también el nivel de vida de cada Estado. Esta tabla se actualiza cada año para reflejar la inflación y cambios en el coste de vida, y además sirven como referentes para las contrataciones de personal investigador en muchos hospitales del país, aunque estos sean en su mayoría privados. Los salarios de los coordinadores en el NIH son adecuados a sus conocimientos y responsabilidad -mediana de $72,000 (3)- y se van incrementando cada año según las columnas-steps de la tabla, pero también si sube de categoría profesional, que serían las filas-grade.
En el NIH cada división tiene su propia unidad de ensayos que da soporte a los diferentes investigadores que forman parte de ella. Normalmente se intenta agrupar a los coordinadores por patología e investigador para que sea todo más fácil. Es importante destacar que la mayoría de los ensayos que se hacen son promovidos por los investigadores del NIH (y muchos se realizan solo en el NIH), y hay pocos de la industria farmacéutica, por lo que casi todas las muestras y los datos se quedan en el laboratorio del investigador.
En EEUU existe una asociación para coordinadores, la ACRP (del inglés Association of Clinical Research Professionals (4)), en la que ofrecen cursos de buenas prácticas clínicas, organizan eventos, charlas, etc. Además, cuenta con un foro donde la gente puede hacer preguntas, ponerse en contacto con otros coordinadores o enterarse de ofertas de trabajo, entre otras muchas cosas.
En España tenemos el Instituto de Salud Carlos III, que se encarga de realizar investigación básica y traslacional, así como de gestionar las ayudas nacionales para proyectos en otros centros del país. Además de los centros propios, tiene otros centros de investigación asociados, como el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) o el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares). Sin embargo, a diferencia del NIH, no tiene un Clinical Center donde realizar ensayos clínicos, y por tanto, no tiene en plantilla personal que se dedique a ellos.
Prácticamente todos los coordinadores y gestores de datos de España están contratados por las fundaciones públicas o privadas de su respectivo hospital, gracias al dinero que entra de los contratos de ensayos clínicos, la mayoría con laboratorios farmacéuticos y CROs (del inglés Contract Research Organization). En cada hospital, el número de plazas abiertas para estos profesionales depende del número de ensayos clínicos que tenga y del número de pacientes promedio que reclute. Resultados preliminares pendientes de publicar de una encuesta que hemos realizado en este 2021 muestran que alrededor del 70% de estos profesionales (se incluían también enfermeros de ensayo) tienen contratos temporales. Uno de los principales motivos de estos datos es que en este colectivo se suelen ir encadenando contratos temporales ligados al proyecto, creando una situación de gran vulnerabilidad. Esto puede ser una explicación de que haya una gran rotación en las fundaciones de los hospitales por la fuga de profesionales a otros empleos que ofrezcan más seguridad como los de la industria farmacéutica. La mediana de años trabajados en el hospital recogidos en esta encuesta era 2,4 años (rango 0 – 33).
A diferencia de médicos, enfermeros, farmacéuticos y biólogos sanitarios, los coordinadores y gestores de datos no tienen unas oposiciones de estado para poder obtener plazas fijas en un hospital público. Esto también ocurre con muchos investigadores básicos y traslacionales, dicho sea de paso. Debido a esto, dependen constantemente de contratos de ensayos y becas que consigue normalmente el personal fijo del centro para poder realizar su contratación. Por tanto, quedan supeditados a la temporalidad de esos financiamientos y a la disposición del contratante/supervisor, no pudiendo desarrollar una carrera profesional propia. Además, al ser un colectivo de reciente creación, no tiene aún el reconocimiento ganado ni dentro del hospital –por parte del resto de profesionales sanitarios– ni fuera –por parte de los pacientes y del resto de la sociedad–. Los enfermeros y farmacéuticos solo dedicados a ensayos están en una situación parecida en cuanto a la contratación, aunque ellos se suelen integrar con el servicio de enfermería y farmacia asistencial, y cuentan con el reconocimiento de su perfil profesional tanto dentro como fuera del hospital.
La cuestión es si el personal investigador (en este caso clínico, pero también podría aplicarse a la investigación en general) debe de estar cubierto por el sistema de contratación pública española. Hace años cada hospital creó su fundación para poder contratar a todos estos profesionales relacionados con la investigación (5). Yo me pregunto si esto es porque la investigación se considera como algo “extra”, a diferencia de las tareas asistenciales que se realizan en los hospitales. Aunque sí que es cierto que la financiación de los ensayos viene de dinero privado, todos estos profesionales realizan labores asistenciales que es proporcionar un fármaco en investigación, gestionar sus pruebas médicas y acompañarlo durante el ensayo. En las universidades de nuestro país, por hacer una comparación interna, no necesitan crear una fundación para gestionar el dinero que entra de becas y premios para realizar investigación.
En estos párrafos he querido plasmar las dos realidades sobre un tema en concreto de los ensayos clínicos: el acceso a plazas públicas de coordinadores y gestores de datos; sin ello queriendo decir que en un país se hace mejor investigación clínica que en el otro. Los que habéis leído mi artículo sobre el reconocimiento y la viabilidad del trabajo de los coordinadores (6) ya sabéis mi opinión al respecto. Pero quizá nuestros lectores tengan otros puntos de vista u otras soluciones al problema de la temporalidad, precariedad salarial e invisibilidad profesional de los coordinadores y gestores de datos.
Por Ángela Quintana
Referencias
"NIH plans to move 3,000 employees to Bethesda". Baye, Rachel Washington Examiner (2012).
Webpage de Association of Clinical Research Professionals: https://acrpnet.org/
El Bangladesh de los hospitales españoles: su investigación es subcontratada a fundaciones. Antonio Villarreal. El Confidencial (2021)
Porqué es loable y viable el puesto de coordinador a largo plazo. Ángela Quintana. (Des)coordinando un ensayo clínico (2021).
Comments