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¿Qué tienen que ver las vacas, los cerdos y las ratas con algunos medicamentos humanos?

Actualizado: 27 dic 2023

¿Qué tiene que ver una vaca, un cerdo y una rata con algunos medicamentos humanos?

En el desarrollo de cualquier fármaco, se necesitan hacer estudios preclínicos en animales para conocer la toxicidad y la efectividad del medicamento antes de pasar a los estudios clínicos en humanos. Sin embargo, en la historia de la medicina ha habido algunos animales que han formado parte del desarrollo de un fármaco de una manera diferente, teniendo un impacto indirecto enorme en la salud de las personas. En este artículo contaremos algunos relatos curiosos en los que las vacas, los cerdos y las ratas han sido los protagonistas principales de la historia de los fármacos.

 

Vacuna viruela

Esta historia comienza en 1796, donde la viruela hacía estragos en la población, causando grandes oleadas de muertes. Durante esa época, el médico Edward Jenner observó que a las lecheras les salían ampollas en las manos al rozar las pústulas de las ubres cuando ordeñaban vacas enfermas de viruela, contrayendo la viruela bovina de manera leve. Sin embargo, ellas no se contagiaban de la viruela humana cuando llegaban las epidemias y sus familiares enfermaban. Decidió entonces extraer pus de las ampollas de una de las campesinas e inoculárselo al hijo de su jardinero, el cual cayó levemente enfermo. Unas semanas después le inoculó con la viruela humana, comprobando que el niño no contraía la enfermedad [sí, en aquella época no se pedía el consentimiento a los “voluntarios” de los ensayos clínicos]. Repitió este proceso con más personas, obteniendo los mismos resultados. Jenner fue también muy intuitivo a la hora de elegir cuándo extraer el pus de las ampollas, pues esperaba 7 días desde que habían salido, cuando el virus estaba más atenuado y había menos probabilidades de que causara una enfermedad grave en la persona que recibiera la inyección. A este proceso lo denominó vacunación, que sentó las bases para los métodos que usamos hoy en día para el desarrollo de vacunas de enfermedades causadas por virus o bacterias.


Insulina

La insulina se descubrió en 1921 en Toronto, Canadá. Hasta entonces, los diabéticos sólo podían tratarse con dietas bajas en carbohidratos, teniendo una esperanza de vida más baja que el resto de la población. Desde su descubrimiento, las empresas farmacéuticas de su tiempo se valían de los páncreas de vacas y sobre todo de cerdos para la extracción de la insulina y así poder comercializarla como medicamento. Como decimos en España: “del cerdo se aprovecha todo”. Este proceso de extracción de insulina en los cerdos salvó miles de vidas, aunque también generaba alergias y rechazos en el paciente al ser de una especie distinta al hombre. Como era un medicamento realmente necesario y que además los pacientes con diabetes tipo I lo tomarían de manera crónica, los investigadores no pararon hasta que consiguieron mejores tratamientos. Es por ello que la insulina humana fue la primera en clonarse por ingeniería genética en la bacteria E. Coli en 1978, comercializandose como HumulinⓇ. Esto marcó el inicio de una larga lista de fármacos que empezaron a sintetizarse por ingeniería genética.


Dicumarol

La historia del medicamento dicumarol, el predecesor del anticoagulante warfarina, se inicia con las vacas como protagonistas, pero luego el protagonismo se lo ceden a las ratas. Era la época de la Gran Depresión de los años 20 y muchos granjeros estadounidenses veían consternados como sus vacas se morían desangradas o por hemorragias internas, ya que eran su fuente de ingresos y su sustento alimentario. Los granjeros observaron que las vacas que morían eran las que se alimentaban de heno de trébol de olor húmedo, y que había generado moho dentro del heno. Sin embargo, en esa época de escasez, no se podían permitir tirarlo y las vacas seguían muriendo porque lo seguían comiendo. No fue hasta que un granjero desesperado se acercó al edificio de bioquímica donde trabajaba Karl Link, llevando un novillo muerto y sangre de sus vacas para mostrarle que la sangre no se coagulaba. Le llevó 6 años, pero Karl Link consiguió aislar el dicumarol en 1933.


Unos años más tarde, Karl pensó que si el dicumarol mataba a las vacas, posiblemente también pudiera acabar con las plagas de ratas, un problema que ha existido y existe en muchas ciudades del mundo. Se puso a trabajar en hacer un pesticida, transformando el dicumarol en un análogo llamado WARF-42 (warfarina), que pasó a ser el mayor veneno usado para eliminar las ratas. Por otro lado, en esa época, un soldado se quiso suicidar y tomó la warfarina en grandes dosis. Viendo que no se moría, fue a una clínica y, para tratar los síntomas que tenían, le dieron vitamina K. También había descubierto Karl Link que podía revertir las hemorragias provocadas por la warfarina, y el soldado se recuperó de la sobredosis. Esta experiencia valió para que los médicos finalmente decidieran a probar el uso de la warfarina en humanos (dadas las reticencias iniciales por ser un “matarratas”), siendo el anticoagulante oral más usado de la historia.


Estas son 3 historias originales en las que las vacas, los cerdos y las ratas ayudaron a salvar de manera indirecta, muchas vidas humanas, a costa de las suyas propias. ¿Conoces alguna otra historia parecida a estas? Cuéntanos, ¡te leemos!


Ángela Quintana


Referencias

  1. Historia de la vacuna de la viruela:

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